El casting

El casting

 

Era la primera vez para los cuatro, que estaban en un set de grabación de televisión. Convencidos de que serían elegidos y famosos, luego de ser los protagonistas de una publicidad de un canal de televisión, para una marca comercial de pañales para adultos mayores.
Reversa, fue la primera en llegar, aunque entró última. Con su paso en retroceso no le fue fácil encontrar el estudio. Más otros inconvenientes menores, que entre tropiezos y golpes, le limitaban su desplazamiento en sentido contrario.
Cronoglio estaba seguro de que iba a estar ahí, desde hacía mucho tiempo lo sabía. Se le volvieron a la memoria, algunas cosas que estaban por suceder.
Perfidia entró, miró a Reversa y luego a Cronoglio. Y se dijo a sí misma, “ésta se dirige en la dirección correcta, y el fulano éste despistado, no sabe de dónde viene, ni hacia dónde va”. Ella tenía el don de leer las mentes, siempre erróneamente, casi de manera contraria a la realidad.
En La, ese ruido es un La, en La está el primer concierto para violín de Bach... Entró susurrando Don Armonio que había escuchado suspirar a Reversa. Este señor no podía parar de comparar todo sonido, ruido, o golpe que escuchaba con el comienzo de alguna canción, algún compositor, o pequeña melodía. De chiquito había quedado muy frustrado, porque su profesora de música lo golpeaba con una cítara cada vez que se confundía cantando, más que frustración era un trauma musical.
Cronoglio estaba recordando que iba a chocarse con Reversa, pero no hallaba en su memoria el nombre, para poder darle la señal alerta. Perfidia se reía internamente, porque sabía que el hombre memorioso, en realidad, recordaba como se llamaba la señora de la caminata en retroceso, pero había hecho una promesa y se había prohibido decir nombres que comiencen con R en voz alta.
Los recibió el productor del canal y los cuatro tomaron asiento, en forma circular, para tener una entrevista grupal. Cronoglio ya sabía de qué iban a hablar, pero lo había olvidado. Armonio imaginó un cuarteto de cuerdas y el timbre de voz del señor le sonaba muy parecida a la de Pavarotti cantando La Traviata. Perfidia inmediatamente escondió sus pies debajo de la silla, porque veía en su mente, que el hombre quería que todos se saquen los zapatos, y ella no se había puesto talco. Reversa se sentó de espaldas a la ronda.
Luego de una charla cordial de bienvenida, el productor les explicó que, de los cuatro, seleccionarían solo a uno en la audición. Y que deberían decir una frase frente a cámara. Luego de eso la producción analizaría la grabación y seleccionaría quien sería el protagonista.
El texto era el siguiente: “Cuando ya no siento lo que llevo en el vientre, aunque parezca un accidente, lo suelto libremente. Libre Mente, pañales descartables para adultos mayores”.
El primero en pasar fue Don Armonio. Le dieron un pañal para que sostenga con sus manos, y no paraba de interrumpirse a sí mismo diciendo que el sonido de sus dedos acariciando la tela sintética, se escuchaba como un Si bemol, que se parecía al tercer compás de un movimiento de las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Luego de varias distracciones tonales, comenzó a recitar el texto... “Cuando ya no siento el compás que tengo en mi vientre, aunque parezca un clarinete, lo suelto libremente en una escala descendente” Pedía disculpas y comenzaba una vez más, “Cuando le puse el pañal al ukelele...” “Cuando ya no siento lo que llevo en el vientre, aunque parezca una alteración accidental...” “Cuando el Fa natural llegó al pañal...” Y así continuaba, una y otra vez, citando a músicos barrocos, contemporáneos, románticos, notas, instrumentos, símbolos del pentagrama y canciones...
La producción decidió darle un descanso a Don Armonio, y llegó el turno de Cronoglio, que antes de que le dieran el pañal, ya había recordado lo que iba a hacer, pese a que no podía memorizar el texto. Se acordaba perfectamente de que se lo iba a olvidar. Luego de varios intentos, lograron grabar una toma con Cronoglio diciendo: “Recuerdo lo que llevo en el vientre, parecerá un accidente, pero será libremente. Libre Mente, pañales descartables del futuro, para los jóvenes de ayer”. Miró el pañal y recodó que pronto los iba a estar usando.
Volvió con los otros participantes en silencio, algo avergonzado, con la confianza que le daba recordar que lo felicitarían por su actuación. Don Armonio le sostuvo un Mi musical; Perfidia le sonrió aprobando y lo imaginaba con ganas de hacer pis. Reversa, asintió con la nuca ya que no pudo ver nada de espaldas.
Un camarógrafo logró frenar a Reversa, que estaba en la vereda del estudio, quería avanzar hacia las cámaras, pero su caminata marcha atrás la llevó hacia afuera. Entre tropezones y golpes se ubicó en la escenografía de Libre Mente. Ella, sin mucha introducción empezó “Mayores adultos para descartables pañales, Mente Libre. Libremente suelto lo, accidente un parezca aunque, vientre el en llevo que lo siento no ya cuando.”
La maquilladora, llamó a Perfidia para hacer los últimos retoques y posarla frente a las cámaras. La lectora errática de mentes, pensaba que dejaban lo mejor para el final, y por eso la habían producido tanto. Convencida de que era la elegida, entró caminando con aires de grandeza, jugando con el pañal, lo olía, lo apoyaba sobre su mejilla, y como un poema comenzó “Yo sé de tu mente, lo llevo en el vientre, inconsciente, lo suelto libremente. Leo Mente, toallitas descartables para bebés adultos”. El productor le agradeció, y con cariño le marcó los errores. Ella veía que él, solo la felicitaba por la perfección de su presentación.
El productor, luego de largas deliberaciones, presentó el veredicto. Hizo un largo silencio. Al verlo Perfidia supuso “me eligieron a mí”.  El hombre le preguntó a Reversa si lo oía desde allí, al verla de espaldas contra un matafuego al lado de la puerta de los baños.
“Hemos analizado las cuatro presentaciones y no fue fácil decidirnos. Sinceramente los cuatro tienen muy buenas condiciones para lo que estábamos buscando”.  Cronoglio recordó que él sería elegido y Don Armonio sonriendo movía la cabeza en zigzag, a contratiempo, con sus dos manos alzadas, sosteniendo una batuta invisible, dirigiendo una orquesta de cámara integrada por las palabras que decía el productor.
Siguieron los halagos por las características actorales de cada uno y finalmente les dijo: “Decidimos que, para hacer la publicidad, la mejor opción, es... la actuación... de los cuatro juntos”.
Sorprendidos, se saludaron. Perfidia, estaba convencida de que el productor quería echarlos a todos. Cronoglio, recordó que en la publicidad tendría un rol estelar. Don Armonio los abrazaba y disfrutaba una Suite francesa compuesta por Debussy, al oír sus voces alegres. Reversa, de espaldas, los abrazaba en la medida que los encontraba en su camino inverso.
El productor se retiró, dirigiéndose a la sala de control del estudio televisivo, en donde lo esperaba un grupo de científicos. Habían registrado todo lo sucedido en el casting, para análisis y experimentaciones emocionales de personas con trastornos psicológicos severos, que consistían en hacerlos sentir actores con papeles protagónicos de producciones de televisión.
Esa noche el viento se apoderó de las calles… hojas, ramas y tierra, pasaban violentamente de una verada a la otra, y más aún en ese barrio de bulevares repleto de árboles viejos. Una tormenta eléctrica se apoderó de la ciudad, ocasionando un corte de luz general. El Smart Tv se apagó, y Claudia no pudo ver el final de su reality show favorito. Lo que ella no había notado, fue que el televisor estaba desenchufado…como su realidad.

FIN