EL INdeR 2
LA COLIMBA DEL INDER Y LA MÍA
En abril de 1970, ingresé al Escuadrón de Ingenieros Blindados 1 (ESCINGBLI1) con asiento en la ciudad de Olavarría. Lugar donde vivía el
dueño de la principal industria de la zona, el Ing. Alfredo FORTABAT, dueño del, en ese entonces, emporio Fortabat.
El ingeniero Fortabat tenía un grandísimo predicamento en la zona, por tanto el veinte de junio todos los soldados juramos la BANDERA de la PATRIA en la Villa Fortabat. Este hombre, además de poderoso, tenía una humildad que solo tienen los grandes de verdad; ese día y luego de un asado increíble con el que nos agasajó, saludó a cada soldado, suboficial y oficial (éramos más de doscientos), y haciéndole a cada uno una pregunta de gentileza. Estos hombres ya no quedan o no se fabrican más, recuerdo que llegó al lugar del desfile con un auto muy viejo que usaba para pasear por la Villa o por Loma Negra.
Aquí con mi mejor amigo de la colimba JOSE PALACIOS
El INdeR y yo estábamos tan unidos que al mismo tiempo que yo hacía la colimba, el Poder Ejecutivo a cargo de la Revolución Argentina, el Tte. Gral. Lanusse, decreta la intervención de mi querido reasegurador oficial, poniendo a su cargo al Cnel. Carlos Vidueiro y como gerente de administración al Cnel. Juan Olcese.
Este hecho, a mi entender, marca el inicio de la caída del INdeR, pues hasta ese momento la política no se había metido en él, siempre que cambiaba el gobierno, se nombraba nuevo presidente y directorio, pero nunca se tocaba al personal superior de carrera ni al de planta, pues eran considerados técnicos especializados en la materia.
Vidueiro, comienza a nombrar funcionarios a personas de muy mala calidad profesional, (siempre hay excepciones), quienes no tenían la menor idea de la excepcional tarea que se llevaba a cabo.
Paréntesis, es importante destacar que desde 1955 en adelante, todos los gobiernos, con excepción del Presidente Arturo Frondizi y Arturo Illía, enviaron presidentes, directores o interventores con la exclusiva misión de liquidar al INdeR., sin embargo, quienes analizaban las tareas que se realizaban en el Instituto, nunca recomendaron su liquidación, pues veían la defensa de la soberanía económica que se hacía, reteniendo primas que antes de su creación se enviaban al exterior, en forma de dólares o libras esterlinas. Por tanto era muy difícil poner la firma para sugerir su eliminación o liquidación. Asimismo, la idea de fuga de capitales nunca les atrajo a los militares, eran “liberales” pero nacionalistas y entonces no era fácil convencerlos de destruir una máquina de retención de dólares. Distinto fue con la dictadura asesina de Videla, Massera y Agosti, quienes hablaban de una política privatizadora que encabezaba Alfredo Martinez de Hoz, a la sazón vicepresidente de La Buenos Aires Cía. Argentina de Seguros s.a., más claro, imposible. Sin dudas que, con el transcurrir del tiempo, se fue plasmando el triunfo del lado oscuro, la fuerza no acompañó a los jedis del Instituto y el verdadero Palpatin sirioargentino logró liquidar una institución respetada en todo el mundo. Fin del Parentesis.
Reitero, con esta intervención militar comenzaron a minarse las bases de una empresa estatal manejada con seriedad profesional, sin corrupción y con todo el personal profesionalizado como en muy pocas empresas se ha visto.