Artículo publicado en SIDEMA del 05-03-1997

Hace poco, mientras me gratificaba leyendo el artículo del Sr Víctor Fratta (SIDEMA 127), pensé, aún se puede lograr que el profundo cambio que vivimos sea para mejor y para la mayor cantidad de personas posible.

Asimismo, el artículo de este futuro amigo (espero conocerlo algún día) reavivó en mí la vieja costumbre de escribir, no practicada desde hace algún tiempo.

Hay productores asesores de seguros que se suscriben a SIDEMA y a otras publicaciones; adquieren el sistema informático de A.A.P.A.S. sobre el estado de las Aseguradoras; van a la Superintendencia de Seguros de la Nación a retirar los informes trimestrales; se capacitan periódicamente; trabajan con Compañías solventes, reconocidas, con precios no competitivos y con comisiones razonables.   Estos P.A.S., que solo cumplen con su deber profesional, son hombres que, además de su asesoramiento, brindan a sus clientes la certeza de que el producto ofrecido, LA PROMESA DEL PAGO DEL SINIESTRO, será cumplida.

Así, aceptaron y entendieron, en aras del mejoramiento del sector, la rebaja de sus comisiones, la caída de sus carteras por aplicación de la nueva ley de accidentes del trabajo; el aumento de precios en las pólizas de automotores para mejorar los índices siniestrales del ramo. También perdieron cantidad de negocios, compitiendo con productores de Aseguradoras que ya no existen o no existirán.

Cuántas veces, ante la pérdida de cada póliza o nuevo negocio, escuchó decir a funcionarios de las Aseguradoras con las que opera “......no te hagas problema, cuando quiebren o sean cerradas, las cosas van a cambiar, vos continuá colocando negocios con nosotros porque estás en el único camino posible, sos un profesional con todas las letras, nuestros comunes clientes pueden estar tranquilos y sabés que nosotros te apoyamos totalmente.......”.

Existen también matriculados que de la capacitación, informes de SIDEMA o de la S.S.N. u otros aportes, no tienen la más remota idea.

Son aquellos que ante la revocatoria de una Aseguradora afirman, mirando para otro lado, pero a los cuatro vientos “.... y ahora la S.S.N. se da cuenta”..., a vos te parece...., que hacen éstos burócratas...., siempre llegan tarde....., no sé, a mí siempre me cumplieron..., etc. etc......”.

En síntesis, no están enterados de nada porque nadie les envió una carta personalizada, a su domicilio, en un sobre rojo, informándole que dentro de los próximos dos años a la Aseguradora con la que trabajan se le revocará la autorización para operar.

Son estos matriculados que además, tienen la caradurez de decirle a su víctima natural (EL CLIENTE), “....... no te preocupés, ya te pasé el seguro a otra Compañía que anda bárbara...”.

Sólo les interesa vender para Aseguradoras que únicamente les garanticen mayores márgenes comisionarios.

Y sus CLIENTES??, bien, gracias, después vemos, total, siempre que llovió paró.

Tanto escribir para relatar algo que en nuestro mercado es más viejo y conocido que la injusticia?.

Sucede que ante hechos, conocidos por los lectores de SIDEMA, casos Helvetia, El Cabildo, Belgrano y más recientemente la sanción de la S.S.N. a Inca, muchos de éstos matriculados se supone se vieron seriamente afectados.

Usted caro lector, sabe muy bien que no.

Lamentablemente, en algunas Aseguradoras, hoy solventes mañana no sé, el P.A.S. profesional, se ve sorprendido, pues encuentra a esos matriculados colocando negocios que alguna vez él y su Compañía perdieron.

Estos matriculados, que colocaban sus carteras en Aseguradoras que hoy, vaya casualidad, no existen y, sin hacer un gran esfuerzo imaginativo ni consultar a una pitonisa, la nueva Compañía donde hoy recalan seguramente correrá la misma suerte.

Estas personas, realizan el denominado vuelco de cartera y, supuestamente generan un flujo de fondos no esperado, por eso siempre aparece ese funcionario al que no le interesa si engañaron a sus clientes o cómo generaron sus negocios, sólo les dice “....no te hagas problemas yo te cubro la cartera...” y hasta llegan al ridículo, a veces, de ofrecer el pago de siniestros, por los que la Aseguradora nunca percibió la prima correspondiente.

La muletilla de “....nosotros los vamos a controlar muy bien porque los conocemos bien...”, ya lo dijeron otros funcionarios de Compañías que curiosamente hoy no existen.

En el mes de enero, un jefe del departamento comercial de una importante Aseguradora, mientras negociaba el vuelco de una cartera de un matriculado que estaba en plena huída, afirmó, sin ponerse colorado, que en la aplicación del criterio de suscripción de los negocios tiene mucho que ver el tamaño de la cartera de quién los coloca;  en buen romance un seguro cambia su frecuencia o intensidad siniestral según sea el productor que lo coloque; realmente es un concepto revolucionario, por lo menos en lo que a mí respecta.

Creo que la impunidad debe terminar, basta de seguir desprestigiando un mercado que tiene P.A.S profesionales.  Quienes lo sean deben hacerse valer, no ya discutiendo sus comisiones o condiciones de cobertura para sus clientes; hoy deben exigir el respeto y reconocimiento a la dignidad de su trabajo y tal dignidad tiene que ver también con no colocar más negocios en estas Aseguradoras que tienen poca o ninguna memoria.

“....Ética es una palabra vieja y gastada, tiene demasiado uso, pero insiste.  Quizá esta insistencia anuncie un devenir, la posibilidad de un cambio. Quizá sea tiempo de que la ética junto a otros principios generen en su interacción un espacio de resistencia, un espacio de creación que suscite la aparición de nuevos gérmenes de vida individuales y comunitarios....” (Annabel Lee Teles - cita no textual)

Para cerrar, una cita del artículo de V. Fratta: “ Los actuales ganadores de este sistema serán tan sólo como los ganadores del poker del Titanic." (Sir James Goldsmith)